OSCE. De los países analizados en este estudio y teniendo en cuenta únicamente los datos oficiales proporcionados por la OSCE o fuentes policiales, Alemania se sitúa como el país en el que se registra el mayor número de delitos de odio. Los incidentes ascienden a un total de 11.953 (37,09% del total de países estudiados), de los cuales un 76,20% (9.108) se corresponde a delitos motivados por racismo y xenofobia, erigiéndose como los principales catalizadores del odio y con unos datos que siempre superan el millar cada año.

En 2019, el Gobierno Federal alemán publicó “Protestas y ataques a los alojamientos de los refugiados en el cuarto trimestre de 2019”, un informe que respondía a la investigación iniciada por varios diputados. En él se afirmó que, según constaba en fecha de 31 de enero de 2020, en los delitos de violencia cometidos en el tercer trimestre de 2019 habían resultado heridas 65 personas, de las cuales 8 eran menores de edad.

Siguiendo al racismo y a la xenofobia, el antisemitismo representa la segunda motivación más frecuente con un porcentaje del 7,67% (917), presentando además una tendencia preocupante puesto que los datos han repuntado cada año desde el 2016. La islamofobia también presenta datos crecientes puesto que se pasa de 0 delitos durante el 2015 y 2016 a 268 y 241 durante el 2017 y 2018.

El resto de motivaciones presenta unos datos estables e incluso de mejoría progresiva.

Otros datos oficiales. No obstante, los datos son claramente superiores, pues entre los que no pasan el filtro de la OSCE se conocen otros datos oficiales que elevan mucho la cifra. La Oficina Federal de Policía Criminal (BKA, en sus siglas en alemán) concluye que en 2020 se cometieron en el país un total de 44.692 delitos por razones políticas, un 9% más que el año anterior. De ellos, 23.604 se atribuyen a la extrema derecha, mientras que 10.971 delitos se adjudican a la extrema izquierda. El resto se lo reparten el islamismo e ideologías sin atribuir.

Los delitos de extrema derecha aumentaron casi un 5,6% respecto al año anterior y representaron más de la mitad de todos los de motivación política, el nivel más alto desde 2001, fecha en la que arrancan las estadísticas.

Según los datos de las organizaciones de la sociedad civil censadas por la OSCE, Alemania alcanza la cifra de 994 delitos. De estos delitos, los antisemitas son los que representan una cifra mayor alcanzando los 291 (29,28%). En un porcentaje similar están los delitos homófobos (291, 29,28%), sumando entre los dos casi un 60% de todos los delitos de odio. En tercera y cuarta posición y con unas cifras también muy similares se encuentran los delitos anticristianos (172, 17,30%) y los islamófobos (163, 16,40%).

Los datos de las motivaciones restantes presentan datos muy bajos: intolerancia política (12, 1,21%), discriminación por COVID19 (5, 0,50%).

Más allá de las cifras oficiales recabadas y presentadas anualmente por el Ministerio del Interior alemán en su informe Politisch motivierte Kriminalität (Criminalidad por motivos políticos), en Alemania no existe un registro puntual coordinado por la sociedad civil sobre los crímenes de odio en general cometidos en todo el país.

Sin embargo, existe el consenso de que las cifras oficiales no concuerdan con los seguimientos que las distintas organizaciones no gubernamentales hacen al respecto.

No existe un observatorio independiente a nivel federal que contabilice los delitos de odio contra las personas LGTBi.

La Asociación de Homosexuales y Lesbianas en Alemania (LSVD), consultada para la investigación, explica que la principal dificultad que encuentran para identificar este tipo de crímenes y agresiones reside en el hecho de que la policía y la autoridad judicial son reticentes a reconocer un motivo o posible motivo homofóbico o transfóbico en los crímenes. Eso da lugar a que tampoco puedan ser recogidos por los medios como tal.

El tema recae también en la responsabilidad de cada estado federado que sólo comunica una vez al año las cifras al ministerio del Interior y eso dificulta un monitoreo nacional.

El LSVD señala que la propia policía de Berlín les informa que la cifra negra en este tipo de crímenes y agresiones es del 80 al 90 por ciento. Muchos casos o no se denuncian a la policía o no se registran correctamente como delitos de odio sino sólo como delitos comunes.

En cada uno de los 16 estados federados hay organizaciones no gubernamentales que realizan sus propias contabilidades, basándose en la mayoría de las veces en la prensa, pero no existe una entidad que los concentre.

La sociedad civil y la prensa se ha hecho eco también en Alemania de un problema de racismo y extremismo de derecha que se ha filtrado a los cuerpos de seguridad del país.

Ya durante la presentación del Informe sobre los Delitos de Motivación Política correspondiente a 2020 el ministro del Interior, Horst Seehofer, reconoció que el extremismo de derecha se ha convertido en la principal amenaza para la seguridad del país. La preocupación se ha hecho pública después de la aparición de varios casos de agentes radicalizados que trabajaban en la Policía, el Ejército alemán y la Oficina Federal de protección de la Constitución.

Durante los últimos tres años, desde el año 2018, los medios de comunicación han revelado una serie de casos en los que miembros de los cuerpos de seguridad alemanes participaban en chats con propaganda nazi y discursosde odio. Tan sólo en el estado federal de Renania del Norte Wesfalia se informó en diciembre de 2020 de más de 200 casos sospechosos. Pero hay escándalos documentados en prácticamente todos los estados: Hessen, Berlin, Bayern, etc…

EJEMPLO DE RADICALIZACIÓN: ATENTADO DE INSPIRACIÓN YIHADISTA CONTRA UN MERCADO NAVIDEÑO. Anis Amri, un tunecino inspirado por Estado Islámico, condujo un camión de gran tonelaje contra un mercado navideño berlinés acabando con la vida de doce personas y dejando 55 heridos. El atentado fue reivindicado el 17 agosto de 2017 por el grupo terrorista y Amri fue abatido tres días después en Milán tras ser sorprendido por la policía.

El atentado se produjo en un contexto en el que Estado Islámico poseía una posición de fortaleza en territorio sirio-iraquí, con un aparato propagandístico a pleno rendimiento y sin sufrir una excesiva presión externa que disminuyera sus capacidades de radicalizar. La historia de la radicalización de Anis Amri no es diferente a la de muchos otros terroristas. El joven había llegado a Europa de manera ilegal desde Túnez. Tras cometer numerosos delitos entre los cuales consta el haber incendiado el centro de acogida en el que residía, robos, amenazas y agresión, fue condenado y cumplió cuatro años de reclusión en un centro penitenciario de Palermo. Fue en prisión donde las fuentes policiales apuntan que Amri entró en contacto con individuos que profesaban creencias islamistas de corte radical y que le influyeron en su propio proceso. El periódico italiano Il Fatto Quotidiano, citando un informe del Departamento para las Instituciones Penitenciarias, recogió un incidente en el que Amri amenazó de muerte a otro recluso de creencias católicas afirmando que le iba a cortar la cabeza. Anis Amri no perteneció a ninguna célula numerosa ni elaboró un ataque complejo, pero con el discurso yihadista de odio asimilado e interiorizado fue capaz de dejar un reguero de muerte y terror tras de sí.

El caso de Amri es un ejemplo de la radicalización paulatina de un chico que no tenía interés en la religión y poseía un largo historial de delitos, hasta convertirse en alguien dispuesto a llevar a cabo una acción violenta en nombre de una visión fanática y rigorista del islam. Los servicios antiterroristas italianos apuntaban que era un sujeto peligroso, con un comportamiento amenazante hacia los funcionarios de prisión y que ejercía de líder de otros islamistas.

El cartel de buscado dirigido a Anis Amri. BKA.de / Policía alemana

Breitscheidplatz, Berlín

Fuente: Observatory on Intolerance and Discrimination against Christians in Europe, BBC News
Abdesslam / France-Presse

El proceso que experimentaba Amri se reforzó durante su estancia en Alemania. El convivir con individuos que profesaban un ideario radical y el frecuentar compañías y mezquitas en las que se proferían discursos salafistas, fue apuntalando la consolidación ideológica yihadista. Dentro de los factores que promueven la radicalización a nivel micro, los factores de elemento identitario y de pertenencia a grupo, son un potente cohesionador cognitivo que refuerzan la creencia abrazada por el individuo. En el caso de Amri esto se ve reforzado además por una red de contactos y amistades que aceleran aún más el proceso. Amri acudía a la madrasa de Dortmund, una escuela coránica dirigida por Boban Simeonovic, que era un miembro de la célula alemana de Abu Walaa. Un informante de la policía alemana que estaba infiltrado en la célula, confirmó que Boban pasó a mentorizar a Amri y que pese a que comentaban en el grupo la posibilidad de cometer un atentado, el deseo de Amri era unirse a Estado Islámico en Siria.

Los procesos de radicalización pueden presentar un punto ciego de incertidumbre, puesto que los seres humanos somos complejos y no respondemos de la misma manera a estímulos y condicionantes similares. Los mismos potenciadores que pueden conducir a la radicalización de un sujeto, pueden no ser suficientes para otro. Sin embargo, la presencia de uno o varios agentes radicalizadores puede actuar como un elemento catalizador. De esta forma, el discurso del odio pasa a razonarse, justificarse y legitimarse de manera progresiva con una serie de argumentos emotivos, religiosos y de otra índole que van calando en el sujeto. Además, esta relación mentor-mentorizado tiende a blindarse al surgir de manera natural o impostada (por parte del mentor) una amistad.

Atentados yihadista contra un mercado navideño en Berlín en 2016, en el que doce personas fueron asesinadas y unas setenta resultaron heridas

Amri había encontrado un sentimiento de pertenencia, propósito vital y estaba dispuesto a morir y matar por una ideología. En el vídeo que dejó grabado y en el que juraba fidelidad al líder de Estado Islámico, Amri dejó patentes todos sus postulados. La retórica empleada muestra una radicalización total, la deshumanización del enemigo que justifica su eliminación, un sentimiento de agravio, la victimización de la comunidad islámica y la llamada prosélita a sus “hermanos” para que lleven a cabo más ataques.

“A esos infieles que bombardean a los musulmanes todos los días, les juro que los cazaremos y los mataremos como cerdos por lo que les hacen a estos musulmanes… Y pido a mis hermanos y hermanas musulmanes de todo el mundo que participen en la yihad, y luchen por el dominio de esta religión, tanto como cada uno de ustedes pueda … Y si vive en Europa, entonces luche contra esos cerdos, cada uno con sus propias habilidades”, dijo.

ATENTADO ULTRADERECHISTA EN HANAU (ALEMANIA) QUE SE SALDA CON DIEZ PERSONAS ASESINADAS EN MARZO DE 2020. ALEMANIA. El doble atentado que sacudió el país fue cometido por un individuo de extrema derecha cuyo objetivo fueron locales frecuentados en una proporción mayor por la comunidad kurda. El atacante tiroteó primero un local tipo “shisha bar” y posteriormente se dirigió hacia otro local en un punto diferente de la ciudad. El saldo de los dos ataques fue de 10 víctimas mortales y 5 heridos. El terrorista fue encontrado muerto en su domicilio junto al cadáver de su madre, a la que habría disparado antes de suicidarse.

La ideología de Tobías R. -43 años- quedó plasmada en un manifiesto que dejó escrito antes de cometer el atentado. El mani esto constaba de veinticuatro páginas, en él se re eja la jación que tenía por las teorías conspiranoicas y su profundo odio hacia los extranjeros y hacia los individuos que no fueran caucásicos. Su escrito era una llamada al supremacismo: hablaba de la superioridad de algunas razas y de la necesidad de exterminar países del Norte de África, Oriente Medio y Asia Central.