Conclusiones

Maite Pagazaurtundúa

Historia de un trabajo provisional

Hace un año aproximadamente completamos la primera parte del trabajo que consistía en las aportaciones teóricas de dos grandes maestros en la temática del odio, tanto social como interpersonal: las de Enrique Baca y José Lázaro. Nunca podremos agradecerlo suficientemente.

Sólo ahora, con una primera explotación de la base de datos y de la visibilización -en las páginas que anteceden- de los casos reales, puede ser útil al lector la recomendación de Enrique Baca de que “es preciso tener claro que los mecanismos del odio personal y del odio social no son accesibles al conocimiento serio si no se particularizan y se estudian específicamente. Muchas veces la prisa por establecer mecanismos generales hace que se pierda fundamentación sólida en aras de aproximaciones más superficiales”.

José Lázaro señalaba que también es cierto lo contrario: “sólo una atención suficiente a los mecanismos generales de la conducta humana permite profundizar en las particularidades de cada caso concreto”.

En el trabajo que presentamos se atisban líneas de estudio para dar más luz a las múltiples zonas grises en torno a los incidentes y delitos motivados por prejuicios, intolerancia y odio.

Creemos que la siguiente fase de trabajo nos dará pistas más seguras para afinar elementos definitorios, armonizables, y por tanto para sortear la actual sub-representación de estos fenómenos y para que las diferencias entre los datos oficiales entre unos países y otros, o para que las diferencias entre datos oficiales y de la sociedad civil encuentren paradigmas más precisos en el futuro próximo.

Estamos deseando que Enrique Baca y José Lázaro nos guíen en esa siguiente fase multidisciplinar, junto a nuevos compañeros de viaje.

Irene Muñoz Escandell, siempre excelente en sus análisis, preparó para el verano pasado la parte general de su trabajo, una aproximación jurídica a los delitos de odio en Europa, y esperamos con avidez, que, tras la superación parcial de las limitaciones de la pandemia para el trabajo específico con operadores jurídicos de los seis países, podamos presentar su aproximación comparativa a la atención de las víctimas de delitos de odio en los seis países objeto de estudio.

Para esta y otras actualizaciones nos servirá, en breve, una página web interactiva en español e inglés.

Javier Lesaca nos proporcionó un interesante trabajo titulado “La red: las nuevas plataformas del odio”, acerca de la manipulación industrial en redes sociales, de forma consciente y maliciosa, sobre contenidos que pueden generar o aumentar prejuicios, intolerancia y odio y -esto es muy reseñable- que pueden resultar un riesgo para la propia práctica de la democracia. La activación de discursos de intolerancia y odio puede funcionar como un instrumento para polarizar y debilitar la propia gestión de las discrepancias legítimas en los sistemas democráticos que se constituyen en sociedades plurales.

Guillaume Denoix de Saint Marc, víctima del terrorismo y veterano en la atención a las víctimas del terrorismo en Francia, complementó con su testimonio certero y real la experiencia reciente acerca de la manipulación de imágenes macabras de víctimas del terrorismo en redes para polarizar, para generar odio e ira.

La investigadora María Jiménez ha capitaneado la metodología de la constitución de la base de datos. Hay que reseñar que para trabajar sobre una base segura acotó el suelo del trabajo, los datos oficiales recogidos por la OSCE. Tras una primera visión del trabajo determinamos profundizar en la naturaleza de los casos más graves, aquellos con resultado de muerte, entre otras cuestiones que los lectores tienen ya entre sus manos. Es lo que nos ha llevado este otro año.

Dado el fenómeno general de sub-representación, buscamos enriquecer cualitativamente las informaciones con fuentes de la sociedad civil, considerando que son antenas de los cambios sociales y que nos ayudarían a saber más.

No podremos, tampoco, dar suficientemente las gracias a María Jiménez, por su paciencia, como también a Alvaro Herrero de Béthencour y a Yago que ha convertido el excel en practicable.

Esteban Ibarra, veterano del Movimiento contra la Intolerancia en España, nos envió recientemente unas apreciaciones imprescindibles en estos tiempos tan confusos entre voluntarismo y realidad, entre datos y percepciones, subrayando que se trata de un delito que procede ser visto de manera universal.

Carolina Pérez San Gregorio, jefa de gabinete parlamentario multitarea y yo misma nos enfrentamos a la necesidad de traducir la primera explotación de los datos en un producto comprensible y no nos resultó fácil, porque el trabajo parecía infinito -y nadie está preparado suficientemente para el infierno al que nos asomamos- pero para ello contamos con el apoyo de la diseñadora gráfica Maribel Cerrato.

Esperamos que el resultado obtenido será útil para el trabajo que realicen otras personas y para visibilizar y sensibilizar sobre un tipo de discursos y delitos que causan un daño profundo en cada persona acosada, maltratada, vejada, humillada, golpeada… y el daño irreversible de las personas cruelmente asesinadas. Porque la crueldad es una característica de los casos reales, terribles, que la sociedad debe conocer y cuyo impacto ético podría ayudar a impulsar medidas que minimicen el horror.

Andrea Mochnác Tejera y María Márquez de la Plata se han sumado recientemente al equipo y tendrán más protagonismo en etapas posteriores.

Si la Unión da un paso al frente para que nuestros países nos protejan con estándares más armonizables de los delitos de odio, y protejan en especial a las víctimas, la definición no ha de significar cercenar la libertad de la expresión de los ciudadanos. No todo lo que puede resultar repulsivo -según creencias, sesgos ideológicos- es ilegal y la jurisprudencia ayuda a determinar dónde están los límites de lo tolerable y esto ayuda a la tarea del legislador después. Hay otra parte de toxicidad del ecosistema que depende de las opciones de cada cual, pero parece recomendable fomentar la conciencia sobre lo que generamos al seguir ciegamente ciertos sesgos cognitivos o ideológicos.

Está, por supuesto, la asignatura pendiente de entender que la democracia es la organización y gestión de la discrepancia y la organización y gestión de los grandes consensos para la convivencia y para resolver los viejos y nuevos problemas, el pluralismo ideológico entendido como nuestra riqueza política común.

Eso significa que se debe reconocer al otro como persona portadora de dignidad, no como enemigo. La polarización, la naturalización de la hostilidad hacia el que piensa distinto no es inocua, porque va debilitando la democracia, que está, primero de todo, en nuestras mentes.

Entender la ideología como una teología política es uno de los riesgos de la democracia actualmente, porque el dogmatismo es utilizado en estrategias híbridas, de injerencia, que explotan las susceptibilidades ideológicas, cada vez más acusadas. Y porque se está replicando por personas influyentes desde esferas no marginales de la sociedad y de la política.

Las Instituciones europeas deberán valorar las transformaciones del tiempo en que vivimos y trasladar un mensaje y un debate, convincente y no paternalista, sobre la canalización de lo que sí es libertad de expresión y lo que no.

Las instituciones, cualesquiera, deben evitar intoxicarse en el esencialismo que circula y mantener una rigurosa base jurídica en el trabajo.

Adaptarnos al nuevo ecosistema político y de opinión pública exige, al abordar los delitos motivados por el prejuicio, la intolerancia y odio, una clara voluntad política, sí, pero desde la razón. Más desde la razón, que desde el voluntarismo. Desde la empatía, sí, pero no desde el sentimentalismo. Eso hemos intentado.

Maite Pagazaurtundúa
Bruselas, 14 de octubre de 2021